Durante el periodo de confinamiento en el que nos toca vivir, podemos aprovechar para aprender y aplicar técnicas psicológicas que nos hagan mejorar mentalmente a la hora de competir. Aunque no haya competiciones a la vista, es muy buen momento para entrenar la cabeza.
Vamos a empezar con un poco de historia. Jackobson (1932) descubrió que cuando las personas imaginaban que realizaban un movimiento determinado, los músculos implicados en dicho movimiento, se movían de un modo casi imperceptible. De cara al desarrollo del entrenamiento deportivo, es interesante, dado que significa que imaginar comportamientos motores influye en la ejecución de dichos comportamientos.
Ejemplos muy claros de ésto sería la técnica llamada desensibilización sistemática de Wolpe (1958) o el condicionamiento encubierto, de los que ya hablaremos en otro artículo.
Estas técnicas nos pueden ayudar a asimilar de un modo más eficiente las habilidades motoras aprendidas durante los entrenamientos, para interiorizarlas y repasarlas en nuestra cabeza una vez finalizada la práctica deportiva. Además, nos permite observar con más detenimiento el movimiento y detectar posibles errores a la hora de ejecutar.

También nos pueden ayudar a asimilar el aprendizaje del comportamiento táctico, es decir, a tomar mejores decisiones durante la competición. Para ello, nos podemos situar en la competición en nuestra imaginación y concentrarnos en identificar lo elementos que harán de señal para que tomemos una u otra decisión.
Nos permite que dado el caso de que detectemos problemas de ejecución o de toma de decisiones, podamos practicar en nuestra cabeza e imaginar los escenarios más variados posibles, para que de este modo eliminemos la incertidumbre y seamos capaces de anticipara posibles dificultades y afrontarlas en nuestra cabeza antes de que ocurran en realidad.
Para ello puedes necesitar la ayuda de un profesional de la psicología que te ayude para incorporarlas en tu día a día de competiciones y puedas mejorar física y mentalmente.