Continuamos adentrándonos en este mundo maravilloso de las emociones para conocer de dónde vienen y cómo se desarrollan desde que nacemos hasta que somos adultos emocionalmente desarrollados.
Existen múltiples teorías para clasificar las emociones pero la que más interesante me parece es la de las emociones discretas, es decir, de emociones que consideradas primarias o básicas que son denominadas así porque tienen varios elementos en común independientemente de la cultura o aprendizaje que tengamos. Es decir, las tenemos todos los seres humanos independientemente de si nos las han enseñado, si hemos nacido en sociedad o si estamos aislados sin contacto con nadie más. Son las que se desarrollan desde bebés de modo espontáneo.
Para identificarlas se han usado unos criterios comunes como son:
- Permiten el afrontamiento o movilización para la acción.
- Tienen una expresión facial universal reconocida en diferentes culturas.
- Se realiza a través de ellas un procesamiento dentro de nuestros pensamientos.
- Están relacionadas con los instintos o son instintivas.
- Se desarrollan de modo innato, sin que nadie nos tenga que enseñar.
- Funcionan como adaptación a ciertos eventos.
- Perduran a lo largo del tiempo, es decir, no se pierden nunca.
- Son producidas por una descarga nerviosa que nos hace reaccionar.
Estas emociones primarias surgen en los primeros momentos de vida. Si observamos a un bebé y las diferentes manifestaciones que realiza en los primeros seis meses hasta los dos años y medio de vida, nos encontramos que las primeras emociones que manifiesta de manera innata son:
- Sorpresa
- Asco
- Miedo
- Alegría
- Tristeza
- Ira
A partir de estas emociones primarias se desarrollaría las llamadas emociones secundarias, que son el resto de emociones que podemos sentir a lo largo de la etapa de desarrollo hasta llegar a ser adulto. Éstas si dependen de nuestra cultura y nuestra educación, ya que dependen de una serie de normas sociales.
En torno a los 2 años y medio comienzan a aparecer en los niños otra serie de emociones que no se derivan directamente de las emociones primarias y que son fruto de la socialización y del desarrollo de las capacidades cognitivas. Son denominadas las emociones sociales, morales o autoconscientes y son por ejemplo la culpa, vergüenza, orgullo, celos, arrogancia, bochorno, etc.
Estas emociones secundarias son reflejo de tres procesos que están pasando dentro del niño. Primero, la aparición de su identidad personal. El niño empieza a crear el concepto de sí mismo con los demás, la referencia a quién es y cómo le ven los demás. Además también es consciente de las normas sociales que tiene que cumplir y haber interiorizado esas normas como propias. Por último debe juntar ambos conceptos y tener la capacidad de evaluar su identidad personal de acuerdo a esas normas sociales, es decir, comparar su identidad con lo que se espera de él en esa situación y evaluar si es adecuado o no de acuerdo con la cultura, educación y sociedad en la que esté.

A partir de ahí tendrá que ir aprendiendo a regularse sobre lo adecuado de manifestar ciertas emociones y la intensidad con la que manifestarlas dependiendo de la situación. Es importante para los niños tener un buen referente como modelo y un ambiente cómodo en el que pueda aprender a dominar esta inteligencia emocional.