Vamos a comentar la serie documental «El último baile», que narra la trayectoria de Michael Jordan en su carrera con los Chicago Bulls, desde un punto de vista psicológico.
Es un documental muy completo de los eventos que dieron lugar al triunfo y final desenlace de este equipo, desarrollado a través de la figura de Michael Jordan y su modo de ver la competición. Como psicóloga, me apasiona todo lo que envuelve la mentalidad del deportista en esos momentos decisivos y cómo una persona puede llegar a lo más alto gracias a una cabeza bien estructurada y con las ideas claras como Jordan.
Uno de los puntos fuertes que podríamos destacar de Michael Jordan es su competitividad. Todo lo afronta como una competición , se deja la piel ante toda situación y contra todos los que se le crucen por delante para conseguir su objetivo primordial: ganar. Es parte de su personalidad exigente y que a muchos puede parecer prepotente, pero al final esa seguridad en sí mismo y confianza en sus habilidades es lo que permite que haya llegado a donde llegó, ser un gran referente y el mejor jugador de baloncesto del momento.
Otro punto a destacar es la forma que tiene de soportar la presión, tanto dentro de la competición como fuera de ella. Ha sido un jugador sobrepasado por momentos muy duros, como la muerte de su padre, además de por eventos que ocurrían a su alrededor, como las diferentes polémicas sobre supuestos problemas de adicción al juego, posiblemente para desestabilizarle emocionalmente y que su juego se viese afectado. Sin embargo, eso nunca ocurrió, ya que para Jordan, lo que pasaba dentro de la cancha estaba reservado a la cancha y lo que ocurriese fuera no importaba en ese momento. Ese era momento de jugar al baloncesto y hacerlo del mejor modo posible para ganar a quien tuviese delante.
También tenía claro que para ser el mejor jugador no bastaba con ser bueno, tenía que mejorar en cada partido. Cada fallo le servía para aprender, mejorar en eso en lo que había tenido problemas y machacarse hasta conseguirlo. En el primer año le frenaban mucho por su físico, era bastante delgado, por lo que el verano anterior a la siguiente temporada se lo pasó haciendo pesas, para conseguir ser imparable, no solo con su juego sino también con su físico. Es una actitud hacia la vida que debemos aprender.
No hay duda de que Jordan era un líder en su equipo. Tiene unas cualidades de liderazgo innatas, lo que le permitía meter presión a los compañeros para que entrenasen más duro. Llegaba incluso a ser desagradable y faltar al respeto, lo que no gustaba demasiado al resto del equipo, pero finalmente le seguían porque era el primero que lo daba todo. Es más fácil seguir a alguien que te demuestra que se puede y sobre todo, no te pide nada que no haga él. Un líder no es el que dirige el equipo, es el que con su sudor tira de todos, da ejemplo y se tira al barro con los compañeros para salir victoriosos.
Para finalizar, una característica muy importante es la capacidad de estar en el momento presente. No se anticipaba a lo que pasaría en los partidos ni se obsesionaba con partidos que ya habían pasado, se centraba en lo que podía controlar, el ahora. Esa es la mejor mentalidad que puede tener un deportista, de ese modo se evita mucho malestar, muchos fallos de concentración y bloqueos que nada tienen que ver con lo que se está haciendo en este momento.
Como dice Michael Jordan: «¿Por qué me voy a preocupar por fallar un tiro que no he lanzado aún?».
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