Vamos a ver en qué consiste esta nueva corriente de terapias denominadas de «Tercera generación» y por qué es imprescindible seguir formándose si pretendemos ayudar a nuestros pacientes.
Muchas personas cercanas a la psicología y conocedoras de este mundo habrán oído hablar de esta relativamente nueva corriente de tratamientos que cada vez más se están empezando a usar como metodologías para realizar tratamientos psicológicos efectivos.
Son llamadas «terapias de tercera generación» simplemente porque ha habido dos generaciones anteriores, las terapias cognitivas (Freud por ejemplo) y terapias cognitivo conductuales (Skinner y muchos otros). Pues bien, estas terapias surgen de la necesidad por incorporar nuevas formas de trabajar, al ver que las anteriores orientaciones en determinados momentos se quedaban un poco cortas,
Las terapias cognitivas, lo que trabajan son sobre todo a nivel de pensamiento. Se trata de que se exploren los diferentes fenómenos que se producen a nivel mental para explicar trastornos.
Las terapias cognitivo conductuales son una evolución de estas teorías que lo que hacen es ligar lo que sucede en la cabeza para explicar la conducta producida. Por lo general hay una serie de antecedentes, que van a producir que interpretemos la situación de un modo determinado y que a raíz de esto, actuemos como creemos que tenemos que actuar. Esto parece explicar, con más detalle el porqué de determinados comportamientos que producen malestar y cómo nuestro pensamiento puede hacer que hagamos o no hagamos determinadas conductas.

Evidentemente estos son resúmenes muy básicos de estas orientaciones, pero es interesante para poder compararlo con las terapias de tercera generación. Estas terapias, utilizando todo lo anterior, tratan de orientar la conducta de la persona hacia sus valores. Es decir, la motivación que podemos sacar de los pacientes por objetivos superiores a los que se quieren encaminar. Una persona puede trabajar su fobia a los aviones si su valor más grande es ser buena abuela y por tanto tiene que viajar para ver a su nieta que vive fuera de España. Puede parecer un ejemplo tonto, pero es esa la base de este tipo de terapias y lo que ha demostrado tener mayor efectividad como motor de cambio en nuestros hábitos.
Bien es cierto que no es tan simple, el terapeuta tiene que evaluar y trabajar con el paciente para identificar y entender los pensamientos que le están produciendo malestar, y reconducir hacia lo que se quiere realmente hacer. Además se trata de explicar a través de metáforas con gran poder de comprensión y ayudar de esta mantera a las personas a encontrar el motivo y por tanto la fuerza para realizar el cambio que quieren por si mismos a través de «Insights» o momentos de lucidez facilitados en terapia.
Lo que más me gusta de este tipo de terapias es que no se pretende cambiar el pensamiento o el malestar, simplemente hay que saber por qué tengo malestar, hacer sitio a ese pensamiento que me genera malestar para poder verlo con mayor claridad y a partir de ahí empezar a hacer cosas para cambiar y que mi vida no dependa de estar huyendo todo el rato de ese malestar.
Aceptación no es resignación sino autoconocimiento y amor a uno mismo a pesar del dolor.
Seguiremos hablando de estas nuevas terapias en próximos artículos.
Un comentario en “Terapias de aceptación y compromiso”