Dentro de la cascada no puedes ver ni oír nada, solo el agua cayendo. Sin embargo, si te alejas un paso puedes ver la inmensidad, la belleza.
Empezamos el artículo del sábado con esta reflexión. Es lo que trato de hacer ver a cada paciente durante las sesiones, si nos centramos en lo que dicen nuestros pensamientos acerca de los problemas que nos embargan, no lograremos ver con claridad la solución porque, estaremos tan fusionados con lo que interpretamos, o los juicios que hacemos de lo que ocurre que, acabaremos por dejarnos llevar por la desesperación.
Las personas que acuden a terapia, a menudo han experimentado con frustración e indefensión esta sensación, hasta que deciden que necesitan buscar ayuda. Mi misión en estos casos es sacarles de esta cascada, para que admiren la inmensidad de matices que puede coger un solo problema.

Para ser capaces de hacer esto, requiere de nosotros una voluntad y un esfuerzo, primero por ser conscientes que estamos debajo de esa cascada y después para dar un paso a un lado y que deje de caer sobre nuestros hombros.
¿Cómo podemos ser conscientes de que estamos debajo de la cascada?
Para eso es importante trabajar en el área de los pensamientos, analizarse a sí mismo a través de las diferentes situaciones y cuáles son los pensamientos que nos han llevado a estar de esta manera.
Bajo mi punto de vista (y propia experiencia) es muy útil escribir los pensamientos para ir acostumbrándonos a fijarnos en ellos. Muchas personas no saben identificar cuál ha sido el pensamiento que les ha llevado a esa emoción y a su posterior consecuencia. Si analizamos los antecedentes de pensamiento podremos darnos cuenta de un modo más efectivo de cuál es esa cascada que no nos permite oír bien.
Con ayuda siempre es mejor, pero no siempre vamos a estar ahí para hacer ver lo que ocurre, lo ideal es que enseñemos a identificar cuando está pasando y dar herramientas para que se consiga por sí mismo trabajar para superar esa situación. Siguiendo con la metáfora de la cascada, tenemos que dar herramientas para que la persona que acude a consulta sea capaz de por sí misma, darse cuenta de cuándo está debajo de la cascada y cómo salir de ella.
Metáforas como esta son también importantes para que los pacientes sepan visualizar lo que se trata de explicar. Un modo más gráfico de explicarlo ayuda a ver los problemas desde otra perspectiva, una perspectiva que pueden controlar. Es más fácil identificar los pensamientos con agua, porque podemos salir del agua, ya que es algo tangible. Sin embargo, salir de nuestra propia cabeza se nos antoja imposible, pero en definitiva es muy parecido.
Estas metáforas son muy utilizadas en terapias de aceptación y compromiso.