Hoy hablamos de una palabra tan bonita como es resiliencia. Para algunos será una palabra desconocida, por lo que vamos a tratar de desarrollar lo que es esta palabra tan de moda en estos tiempos.
¿Qué es la resiliencia?
Podríamos definir la resiliencia como la capacidad que tenemos todos los seres humanos de adaptarnos a las diferentes adversidades y superarlas de manera satisfactoria. Se habla de resiliencia cuando nos enfrentamos a una enfermedad, una ruptura, una pérdida de un ser querido, etc. y acabamos resolviendo la situación de un modo satisfactorio.
Esta definición a veces puede llevar a pensar que solo se es resiliente cuando nos pasan cosas muy malas, pero somos resilientes todos los días de nuestra vida. En nuestro día a día nos enfrentamos a múltiples situaciones en las que se nos plantean pequeños retos o eventos conflictivos, los cuales acabamos, de un modo u otro, superando con mayor o menor éxito. Esta forma de convivir con pequeños traumas diarios es resiliencia también. No necesitamos haber tenido un gran trauma para ser conscientes de lo «fuertes» que somos. Todos los días estamos expuestos a noticias en la televisión que nos preocupan, los enfrentamientos con jefes o compañeros, la discusión con nuestra pareja, etc. A través de esta exposición a pequeñas tragedias, es como se va formando nuestro carácter de un modo que cuando llega la hora de la verdad, seamos capaces de tener una reacción más adaptativa ante eventos un poco más graves.
Todas estas situaciones en menor grado de gravedad, irán entrenandonos para que en momentos parecidos usemos las estrategias con las que tuvimos éxito o no hagamos lo que vimos que nos hizo fracasar. Es decir, aprendemos para luego usarlo en otras circustancias.

Vamos a ver un ejemplo que podamos entender. En el caso del deporte a veces ocurre que un jugador de fútbol que nunca se ha lesionado, por lo que no ha tenido que enfrentarse a ello anteriormente, cuando se lesione por primera vez, tendrá menos herramientas para afrontarlo. Este fue el caso de Andrés Iniesta, que se lesionó por primera vez en 2009, coincidiendo con el fallecimiento de su amigo Dani Jarque, motivos por los cuales es probable que el jugador acabase desarrollando una depresión. Después de esto, le siguieron otras lesiones ocasionadas entre otras cosas por su estado anímico. En este caso, no solo se vio sin herramientas para afrontar la lesión por no haber experimentado anteriormente una situación igual y no saber reaccionar, sino que se le juntó con un estado de ánimo poco favorable para superar dicha situación.
Es por esto que de vez en cuando no pasa nada por no estar bien, por sentirnos tristes o enfadados o cualquier emoción que suelen calificar de «incómodas«, ya que de este modo aprendemos a regular nuestra propia emoción y desarrollar la inteligencia emocional tan importante para una buena resiliencia.
En el próximo artículo se darán unos tips sobre cómo desarrollar una buena resiliencia.