En este artículo trataremos el factor psicológico de las dietas como determinante de su efectividad y facilidad de mantenimiento a lo largo del tiempo.
Sólo escuchar la palabra dieta produce en muchas personas un rechazo, sin embargo, para otros es motivante el hecho de estar haciendo una dieta porque sienten que están cogiendo las riendas sobre su cuerpo y mejorando a nivel de salud. Todo depende de a qué hayamos asociado esta palabra, dependiendo de las experiencias que hayamos podido tener o las experiencias que nos han trasmitido otros (aprendizaje bicario).
La mayoría de las dietas no terminan como se espera. Las dietas restrictivas o muy duras tienen un porcentaje incluso peor de éxito. Puede que a corto plazo haya muchas personas que consigan perder peso, pero para mí el éxito de una dieta consiste en que la pérdida se mantenga a lo largo del tiempo y que convierta el comer bien en un hábito de vida. Es por eso que muchas dietas fracasan, ya que no son realistas. No puedes pasar de comer dos días a la semana hamburguesa y dos pizza con postres o picoteos, a no tomar nada y comer midiendo las calorías: no va a funcionar.
Como psicólg@s uno de nuestros principales objetivos es el de promover hábitos de vida saludables, y en mi caso creo que eso fue lo que me llevó a hacer psicología. Me gusta mucho el tema de la nutrición y el deporte, y es por eso que quiero que la gente esté a gusto con su cuerpo. Me he dado cuenta de la importancia que tiene este aspecto para nuestra autoestima y lo que la autoestima afecta a todo lo que hacemos en nuestra vida en general.
Vamos a analizar ahora actores que hacen que la dieta no funcione:
- Restricciones. Que sean unas dietas muy restrictivas lo que va a hacer además de que pasemos hambre (y por tanto que lo pasemos mal) va a ralentizar el nuestro metabolismo. Si normalmente comes una cantidad de comida que tu cuerpo procesa como algo a lo que está habituado y de la noche a la mañana empiezas a pasar hambre, el metabolismo en su afán por hacer que el cuerpo sobreviva, tratará de quemar las mínimas calorías posibles porque entiende que si estás pasando hambre, es que algo no va bien, por lo que hay que ahorrar y mantener grasa por si esto se alarga mucho más.
- Cambio de hábitos radical, lo que al principio se puede mantener pero a la larga volvemos a los antiguos hábitos. Los hábitos crean en nuestro cerebro conexiones entre las neuronas para facilitar gastar menos energía, si tu ya sabes lo que vas a hacer en el día, no pierdes tiempo anticipando posibles inconvenientes. Es por esto que los nuevos hábitos tardan en crearse. Si de golpe creas una rutina diaria totalmente diferente a la que llevabas, el cerebro se va a resistir porque no está acostumbrado a esa rutina nueva tan diferente. No se han creado las conexiones adecuadas todavía, por lo que el cerebro está gastando más energía. Es por eso tiende a volver a lo que conoce y por tanto a caer en viejas rutinas.
- No son realistas, proponen un cambio de vida que no somos capaces de mantener en nuestro día a día. Salir a tomar algo con amigos, ir de cena, acudir a una fiesta o cumpleaños, etc.

- Falta de motivación, y aunque empieces con mucha, es un cambio que se produce a largo plazo, por lo que no te engancha de primeras, a corto plazo sufres porque pasas hambre y tienes que cambiar muchas cosas de golpe. Además, si no estás acostumbrad@ a hacer ejercicio, al principio te va a costar.
- Nuestros propios pensamientos tienen un factor clave para boicotear los avances que vamos consiguiendo. Pensamientos limitantes como » no voy a ser capaz de perder peso» hacen que finalmente pueda desembocar en adoptar antiguos hábitos que nos hagan sentir que hemos fracasado.
- Recaídas. He querido poner esto como un elemento a parte, a pesar de repetirse en varios factores. Cuando llevamos semanas haciendo dieta o cambiando de hábitos, en el momento en que nos salgamos de lo establecido o tengamos un desliz como una cena con amigos o darnos un lujo, aparecerá el pensamiento de «ya me he cargado todo lo que había conseguido». El problema de este pensamiento es que se extenderá a todo y acabaremos por abandonar esos nuevos hábitos porque pensaremos «ya para qué». Este es el peor de los pensamientos que nos pueden surgir a la hora de cambiar.
- Combinar con deporte. Es muy importante que además de comenzar a alimentarse de un modo más consciente, comencemos a adquirir nuevos hábitos saludables como salir a andar o correr, practicar yoga, o realizar cualquier actividad que no solo haga que gastemos calorías, sino que nos ayudará a estar mejor psicológicamente.
En siguientes artículos se analizará cómo hacer para que una rutina funcione y poner remedio a estos factores que pueden hacer que fallemos al intentar implantar nuevos hábitos.